martes, 20 de marzo de 2012

Marta Dominguez Martinez

Claudio Hierro León es una persona alta, delgado, con la piel morena, de ojos grandes marrones un poco aclarados, su cabello es corto de color negro azabache, tiene las piernas muy largas y con un tronco demasiado pequeño para sus piernas sus pies son demasiado grandes para ser alto, tiene las manos muy pequeñas y tiene grandes biceps y triceps.
Claudio es una persona un poco egoísta aunque sea agradable, es serio, es un poco tímido con las personas que no conoce, es escentrico y manipulador.
A él le gusta mucho leer libros del Renacimiento de los siglos XV y XVI sus escritores favoritos de esa época son : María Teresa de Jesús la que mas le gusta de ella es El Lazarrillo de Tormes .
A él le gusta mucho escuchar música, le gustan todos los temas pero el que más la musica classica la ópera ,etc entre ellos el que más destaca es Monserrat Caballet y Tizziano Pavaroti.
A Claudio le encanta el deporte pero el que mas le gusta es el balonmano lo practica mucho y también es campeón del mundo ha ganado cinco medallas de plata y una de oro, aunque todos los dias va dos horas al gimnasio.
Sus aficiones son:leer casi todo el tiempo,le encanta ir de compras,estar con su familia y sobre todo estar con sus amigos viendo la televisión.

1 comentario:

  1. María José Cano Pulido22 de marzo de 2012, 17:49

    EL GRANO DE MAÍZ.
    Había una vez una semilla.
    Era un grano de maíz que se vivía apretado y limitado, pues sus hermanos granos le apretaban y le limitaban.
    Habían crecido juntos. Habían llegado juntos a este tiempo. Las hojas de la planta les cuidaban y protegían. Se vivía bien ahí, creciendo y recibiendo el calor del sol... las gotas de la lluvia...

    Sin embargo, nuestra amiga semilla no era feliz. Estaba DEMASIADO apretada.

    Cada mañana, comenzaba pensando: "Oh, si tan sólo estuviera un poquito más sola... si no fuésemos tantos, o, por lo menos, no estuviésemos TAN juntos...

    Así, anhelaba una soledad que no conocía.

    Su vida transcurría en sufrimientos.

    Un buen día, su mundo cambió. Alguien la separó de sus hermanos... Justo cuando iba a cantar victoria, por sentirse tan libre, fue enclaustrada en la tierra... negra y oscura, húmeda y salobre...

    La cobijó la tierra con sus manos...

    La semilla murió.
    Murió sola, como siempre lo quiso.

    Y murió lamentándose, por no haber disfrutado, ni siquiera un momento, de su vida en el sol y con la lluvia...

    Claro. No vamos a perder la costumbre tan nuestra de los finales felices, así que le pondremos que Dios, en su infinita misericordia, y contemplando el arrepentimiento de la semillita de maíz, y su añoranza por su vida perdida en el lamento, se apiadó de ella, y la resucitó, convertida en una hermosa y grande planta de maíz, que dio muchos frutos el verano siguiente.

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