martes, 20 de diciembre de 2011

Jorge manrique




Me llamo: Jorge Manrique de Lara nací en Paredes de Nava (Palencia), aunque también cabe la posibilidad de que naciera en Segura de la Sierra (Jaén), cabeza de la encomienda que administraba el maestre Rodrigo Manrique, mi padre, y principal estancia de los Manrique. También se suele afirmar que nací entre la segunda mitad de 1439 y la primera de 1440, pero lo único cierto es que no nací antes de 1432, cuando quedó concertado el matrimonio de mis padres
Mi padre, Rodrigo Manrique, Conde de Paredes de Nava, que era maestre de la Orden de Santiago (aunque nunca fue oficialmente reconocido como tal), fue uno de los hombres más poderosos de su época y murió víctima de un cáncer que le desfiguró el rostro en 1476. Mi abuela murió cuando yo era un niño. Estudió Humanidades y las tareas propias de militar castellano.
Los 24 años participe en los combates del asedio al castillo de Montizón (Villamanrique, Ciudad Real), donde gane fama y prestigio como guerrero. Mi lema era «Ni miento ni me arrepiento». Permanecí un tiempo preso en Baza (Granada), donde murió mi hermano Rodrigo, tras su entrada militar en la ciudad para ayudar a sus aliados, los Benavides, frente a los delegados regios (el conde de Cabra y el mariscal de Baena). Me enrolé después con las tropas del bando de Isabel y Fernando en la guerra contra los partidarios de Juana la Beltraneja. Como teniente de la reina en Ciudad Real, junto a mi padre don Rodrigo.
Mi obra poética no es extensa, apenas unas 40 composiciones. Se suele clasificar en tres grupos: amoroso, burlesco y doctrinal. Son, en general, obras satíricas y amorosas convencionales dentro de los cánones de la poesía cancioneril de la época, todavía bajo influencia provenzal, con un tono de galantería erótica velada por medio de finas alegorías. Sin embargo, entre toda ella, destacan de forma señera por unir tradición y originalidad las Coplas por la muerte de mi padre.
Los recursos métricos de mi poesía prefieren las formas pequeñas y preciosistas frente a las vastas composiciones denominadas decires. Las limito al uso reiterado de la canción trovadoresca, la copla real, la copla castellana, la copla de pie quebrado (de la que fue inventor su tío, el también gran poeta Gómez Manrique), la esparza (una sola estrofa que condensa un pensamiento artísticamente expresado) y la copla de arte menor Mi estilo anuncia la claridad y el equilibrio renacentistas, y la expresión es llana y serena, acompañada de símiles, como es propio del sermo humilis o estilo humilde, el natural y común de la literatura didáctica. Hay incluso vulgarismos, que dan un aire de sencillez y sobriedad, y que los hace encajar perfectamente en las técnicas retóricas y juegos de palabras típicos de los poetas cuatrocentistas.
Las dos composiciones dedicadas a mi mujer deben ser de la época de mi matrimonio, hacia 1470; las Coplas, del verano de 1477; las Coplas póstumas serán, según la rúbrica que las acompaña, de poco antes de mi muerte y la Pregunta a Guevara, de hacia 1465.
Uno de mis poemas favoritos son:

ESPARZAS
Yo callé males sufriendo,
y sofrí penas callando;
padecí no mereciendo,
y merecí padeciendo
los bienes que no demando:
si el esfuerzo que he tenido
para callar y sofrir,
tuviera para decir,
no sintiera mi vevir
los dolores que ha sentido.


2

Pensando, señora, en vos,
vi en el cielo una cometa:
es señal que manda Dios
que pierda miedo y cometa
a declarar el deseo
que mi voluntad desea,
porque jamás no me vea
vencido como me veo
en esta fuerte pelea
que yo conmigo peleo.


3

Callé por mucho temor;
temo por mucho callar,
que la vida perderé;
así con tan gran amor
no puedo, triste, pensar
qué remedio me daré.
Porque alguna vez hablé,
halléme de ello tan mal,
que, sin duda, más valiera
callar, mas también callé
y pené tan desigual,
que, más callando, murier

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