martes, 13 de diciembre de 2011

Jose CAdalso

José Cadalso

Yo José Cadalso y Vázquez de Andrade (Cádiz, 8 de octubre de 1741 – San Roque (Cádiz), 26 de febrero de 1782) fui un literato y militar español.
Mi vida se conoce no ya únicamente a través de documentos y testimonios de mis contemporáneos, sino, de un modo más valioso, por la visión que yo mismo ofrezco en mi Memoria de los acontecimientos más particulares de mi vida y de las cartas conservadas (1773–1780).
Mi familia procedía por línea paterna del señorío de Vizcaya. Mi madre murió a consecuencia de mi parto, y mi padre, ausente por negocios en América, iba a tardar casi trece años en conocerme. Tuvo que encargarse de mi educación un tío jesuita, el padre Mateo Vázquez. Él fue quien me envió a estudiar a Francia. Vuelto mi padre de Indias, desembarcó en España y se dirigió a París a conocerme. Y ansioso siempre de nuevos ambientes, se fue después a Inglaterra, donde tanto se entusiasmó, que me llamó para vivir con él en Londres. También viajé por Italia y Alemania, cuyos idiomas, igual que el latín y el inglés, dominaba. Tras otro año de estancia en París, pasando por Holanda, regresé por fin a España , recibiendo una impresión muy negativa de un país que no había apenas conocido en contraste con mi experiencia europea; ello marcó fuertemente la índole de mis posteriores Cartas marruecas.
Sufrí una tremenda depresión pero sin duda me sirvieron, si no de consuelo, de distracción, mis contactos con los salones y los círculos literarios madrileños, sobre todo con la famosa tertulia de la Fonda de San Sebastián, de la que eran asiduos mis amigos Nicolás Fernández de Moratín y Tomás de Iriarte.
Terminé las Cartas marruecas durante mi breve estancia en Salamanca (1773–1774). Fue un corto periodo, pero suficiente para que se formara en torno a mi círculo de amistad y de convivencia literaria. Allí, además de mi afectuosa relación con fray Diego González, y con Juan Pablo Forner, a quien incliné definitivamente hacia la literatura, estreché gran amistad con León de Arroyal y sobre todo con dos jóvenes poetas, el salmantino José Iglesias de la Casa y el extremeño, estudiante en la Universidad de Salamanca, Juan Meléndez Valdés. Sobre ellos ejercí una sugestiva influencia humana y literaria. En 1777 fui ascendido a comandante de escuadrón. Dos años más tarde participé en el asedio de Gibraltar (que duraría hasta 1783) y fui ascendido a coronel en 1781. Sin embargo muero, el 27 de febrero de 1782, tras recibir el impacto en la sien de un casco de metralla o granada. Tenía sólo cuarenta años y apenas hacía un mes que me había sido conferido el grado de coronel. Mi tumba se encuentra en la Iglesia Parroquial Santa María La Coronada en la Ciudad de San Roque.
Desde entonces se fraguó mi leyenda de enamorado, cuya más acabada expresión es el drama romántico de Patricio de la Escosura Las noches lúgubres, protagonizado por el poeta gaditano y cuyo manuscrito dejé inédito en manos de Echegaray y se conserva en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid.

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