martes, 20 de diciembre de 2011

Trabajo de Natalia

Yo Gaspar Melchor de Jovellanos, me bautizaron como Baltasar Melchor Gaspar María de JoveLlanos y Ramírez soy un escritor, jurista político ilustrado español.
Nací en el seno de una familia noble de Gijón, aunque sin fortuna. Tras cursar mis primeros estudios en Gijón, en 1757 me marche a Oviedo para estudiar Filosofía en la Universidad. En 1760, bajo la protección del obispo local, parte hacia Ávila para realizar estudios eclesiásticos. En 1761 me gradué en bachiller en Cánones (Derecho canónico), obtení la licenciatura en la Universidad de Ávila en 1963. En 1764 fui becado en el Colegio mayor de San Idelfonso de la Universidad de Alcalá , para seguir mis estudios eclesiásticos, graduándome de bachiller en Cánones. Allí conocí a Cadalso y Campomanes.

En 1778 conseguí el traslado a la Sala de alcaldes de Casa y Cortes en Madrid, en parte gracias a la influencia del duque de Alba, a quien traté en Sevilla. En Madrid entré en la tertulia de Campomanes, a la sazón fiscal del Consejo de Castilla, el cual me encomienda distintos trabajos que le satisfacen especialmente, reconocieron un hombre de amplia formación y reconocida solvencia en el terreno económico. En 1780 accedí al Consejo de Órdenes Militares. En 1782 formé parte de la comisión que se puso en marcha . Fui miembro de la junta de comercio de la Sociedad y, desde diciembre de 1784, mi director redacta diversos estudios sobre la economía de España, entre los que tiene singular valor el Informe sobre la Ley Agraria en la que aboga por la liberalización del suelo, recogiendo el pensamiento liberal, norma sobre la que el había volcado sus esperanzas para reformar y modernizar el agro peninsular.
Tras la caída de mi amigo Francisco de Cabarrús, me vi obligado a marchar de la Corte, desterrado, me establecí en mi ciudad natal en 1790, donde redacté un Informe sobre espectáculos que le había encargado la País Vasco y viajé por Asturias, Cantabria para conocer la situación de las minas de carbón y las perspectivas de su consumo. Yo ya había mostrado favorable al aumento de la producción, para lo cual era preciso liberalizar la explotación de mineral. Tras mis viajes mineros presenté nueve informes con los resultados de su comisión y conseguí liberalizarme parcialmente de la explotación de carbón en 1793.
Tras mi alianza con la Francia revolucionaria, Manuel Godoy pretendía realizar ciertas reformas y contar con los más importantes de los ilustrados, por lo que me ofreció el puesto de embajador en Rusia que rechacé. Sin embargo, el 10 de noviembre de 1797 acepté el puesto de ministro de Gracia desde el que intento reformar la justicia y disminuir la influencia de la Inquisición, pero tras nueve meses en el gobierno cesé el 16 de agosto de 1798 y volví a Gijón. Allí proyecté la creación de una Academia Asturiana que tendría como función el estudio de la historia y de la lengua y literatura, y elaboré 200 fichas de léxico del asturiano.
Cultivé varios géneros literarios como poesía y teatro pero mis escritos principales fueron ensayos de economía , política ,agricultura , filosofía y costumbres; desde el espíritu reformador del Despotismo Ilustrado . Entre ellas destacaron el Informe sobre la ley agraria que escribí en una primera versión en 1784 pero que no envié hasta 1787 a la Sociedad Económica Matritense, quien la remitió al y que se publicó en 1795. En ella me muestro partidario de eliminar los obstáculos a la libre iniciativa, que dividí en tres clases: políticos, morales y físicos. Entre ellos estaban los baldíos, la , la fiscalidad, la falta de conocimientos útiles de los propietarios y labradores, las malas comunicaciones y la falta de regadíos, canales y puertos. Para corregir esta situación propuse que los baldíos y montes comunales pasaran a propiedad privada, disolver la Mesta, cercar las fincas, y que los arrendamientos estuvieran basados en el pacto libre entre los colonos y los propietarios, además de la limitación de los mayorazgos y la supresión de la amortización eclesiástica o de la eliminación de las trabas sobre los agricultores, además de la reforma de los impuestos. A esto habría que añadir la reforma de la enseñanza, para hacerla más práctico, dándole más importancia a las materias científicas, y la inversión del Estado en obras públicas. Estas medidas crearían las condiciones para la constitución de un mercado de tierras, un aumento de la producción y la creación de un mercado nacional unificado que posibilitarían que aumentara la población y su nivel de vida, lo que serviría de base para el inicio de la industrialización.

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